«JAZZ en España» Un documental.

A pesar del recelo inicial que originaba este nuevo movimiento, los primeros discos de Jazz que llegaron a Europa y, por lo tanto a España, fueron los que traían los militares americanos que combatieron en la Primera Guerra Mundial dentro de sus petates.

Víctimas de cierto exilio musical, debido a la fuerza con la que emergían otros estilos, (Fox-Trot, Charleston o, de manera más evidente, el Rock and Roll) se produjo un constante flujo de músicos y bandas americanas de Ragtime hacia Europa, especialmente a Londres y París; lo que provocaría toda una revolución en las orquestas que actuaban en los hoteles de las capitales como Madrid o Barcelona, y que asumirían en sus repertorios, a partir de ese momento, los ritmos americanos provenientes del folclore negro y de los cantos de los trabajadores de principios de siglo XX. Sin olvidar la influencia de los ritmos latinos: el tango, la cumbia, el bolero, la guaracha…  

El aislamiento sociocultural que el régimen dictatorial impuso durante la posguerra, provocó el progresivo desprestigio y la consiguiente banalización del Jazz en España, quedando muy mermadas sus cuotas de auge y sofisticación con respecto a otros países europeos como Francia, Dinamarca, Bélgica o Los Países Bajos.

Lenta y gradualmente, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, fueron proliferando las Jam-Sessions y los Festivales de Jazz gracias al empuje de unos aficionados, en torno a los HOT CLUBS y los emergentes Colegios Mayores de las Universidades (Club de Música y Jazz San Juan Evangelista, popularmente conocido como El Johnny); cuyo proselitismo daría origen, a principios de los 60, a los primeros locales especializados, como el JAMBOREE JAZZ (1959) en Barcelona o el WHISKY JAZZ CLUB (1960) en Madrid.   

La aparición de una figura capital como la del pianista TETE MONTOLIÚ, verdadera y cuasi solitaria estrella en el firmamento del Jazz Internacional, sobre todo a raíz de sus míticas actuaciones en Cannes, San Remo y Berlín, a finales de los 50; originó la proliferación de músicos de vocación y excepcionales: el saxo alto Vlady Bas o el saxo tenor Pedro Iturralde.

Gracias a la función dinamizadora de los periodistas musicales (Juan Claudio Cifuentes “Cifu”, Paco Montes, Javier de Cambra, Chema García…), expertos y amantes del género, principales promotores de sensaciones, el virus de la música Jazz ha sido inoculado en nuestras venas, a lo largo de los últimos 40 años, a través de los programas de radio, de los, ya pretéritos y desgraciadamente extintos, programas de televisión (Jazz entre amigos) y de las revistas especializadas. 

Por otra parte, la osadía de los nuevos músicos ha hecho posible que se hermanaran géneros aparentemente tan dispares como el Jazz y el Flamenco (con mención especial para el guitarrista Paco de Lucía y para la precursora banda Dolores) o el Jazz y la Electrónica, proporcionando un panorama patrio mucho más rico y alentador.

En la actualidad, las distintas formaciones jazzísticas han podido mostrar su música al público y consolidarse en los conciertos, debido a la profusión, a veces ingente y apresurada, de Festivales y a la gran variedad de salas que, a lo largo y ancho de nuestra geografía, programan bandas en directo.

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