Los 30 mycrosurcos de 2019: (1ª parte). Álbumes del 30 al 21.

30. LORENA ÁLVAREZ «Colección de canciones sencillas»

El álbum de Lorena Álvarez está compuesto por 14 canciones nocturnas, infantiles, maduras, cáusticas, familiares, visionarias, casuales, causales, románticas, cálidas, brutales, directas, imaginativas, rústicas, espectrales, folclóricas, lunáticas, sinceras, tímidas, ligeras, angulosas y provocativas. O sea, de todo menos sencillas, vaya.  

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29. YOLA «Walk through fire»

Yola posee la cualidad innata de aquellos que se dedican a algo y parece que lo hicieran sin apenas esfuerzo. Es dulce a pesar de la rugosidad de una voz experimentada y suena sincera gracias a la fusión (afortunada) del pop/soul británico con el country suave americano. Un disco imprescindible para viajar sin salir de casa o para que sea más llevadero cualquier viaje agotador.

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28. VIPERTIME «Shakedown»

El musculoso bajo de Matías Reed y las dos baterías (de Charlie Grimwood y Luke Reddin-Williams) marcan el latido de una pulsión enloquecida y africana, un derroche de ritmo que flirtea descaradamente con la expresión corporal. Sensitivos más allá de la combustión, el cuarteto británico (los anteriormente mencionados más el saxofonista Ben Powling) invita, en su ritual de adoración al baile, a improvisar sobre una música magnética e iluminada.  

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27. OFFICE CULTURE «A life of crime»

Vale, igual decir sofisticado equivale a imaginar que algo es pretencioso, el caso es que los Office Culture sintetizan sus pretensiones en 8 canciones sofisticadas (para nosotros equivalente a decir hermosísimas) que igual citan a Steely Dan que, por supuesto, a Paddy McAloon (Prefab Sprout) o a Neil Hannon (The Divine Comedy). Hechizados ante la insinuante belleza del falsete de Winston Cook-Wilson, parece una opción dejarse llevar por los vericuetos musicales de unos arreglos imaginativos. Así las soledades y las melancolías resultan mucho menos dolorosas.  

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26. EDWYN COLLINS «Badbea»

Edwyn Collins decidió que no iba a ser preso de sus circunstancias y buscó fundamentar la escapada, como siempre había hecho, en la música, más concretamente, en no dejar de crearla. Antes del ictus la voz de Collins intimidaba en suelo firme, ahora sencillamente apabulla en la cuerda floja. Pero lo más increíble, lo mejor: menuda música tan maravillosa hace este señor. Y es que cuando alguien disfruta haciendo canciones, joder lo que disfrutamos los que estamos al otro lado escuchándolas. 

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25. MIGUEL GORODI NONET «Apophenia»

El joven trompetista de origen español, Miguel Gorodi, se ha planteado un álbum de debut como una concatenación de notas con las que establecer una serie de patrones y así poder relacionar las diferentes ideas que sugieren las nueve composiciones fabulosas del álbum. Es su apofenia musical, una original manera de adentrarse en la infrautilizada imaginación del que la percibe. Gorodi aprovecha con desparpajo el reto psicológico, filosófico y literario con el que se exige salir airoso de su propia extravagancia. La capacidad de recursos como música de construcción masiva.  

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24. SPELLLING «Mazy fly»

Etérea, dispuesta a seducirnos entre una neblina de sonidos sintetizados que resumen su gusto por las melodías imperfectas, sinuosas, inacabadas, Chrystia Cabral, lideresa de Spellling, se pone magnífica en este, su segundo álbum, que rompe con la supuesta sensatez de las canciones inmediatas. Alienígena de un planeta imposible de ubicar, Cabral se muestra lo justo, exactamente lo mismo que dura la reproducción de «Mazy fly» (42 minutos), para después desaparecer dejando una sensación agridulce detrás de un rastro de canciones taimadas y muy originales.   

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23. PATTY GRIFFIN «Patty Griffin»

Trovadora de historias tristes, pegadas a una realidad íntima y mundana, Patty Griffin canta como siempre (por lo bien que canta) desde la emoción que da la firmeza de la inseguridad. Austera en la propuesta, se parapeta detrás de las historias de otros para acabar hablando de ella misma y su soledad. Una delicia de disco que, sin necesidad de acelerar el ritmo, camina más deprisa que el paso del tiempo. 

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22. MICHAEL NAU «Less ready to go»

Gracias a la osadía de querer sonar diferente los discos de Michael Nau, desde que lo descubrimos el año pasado con The Mighty Thread, crecen vertiginosos tras la primera escucha hasta alcanzar la rendición incondicional cuando se asimilan. Ya sea por las narcóticas guitarras o por esa voz nasal alucinada, el caso es que Nau y su banda han encontrado un sonido ralentizado que flota en el ambiente y se sumerge en el océano. «Poor condition» es el ejemplo perfecto del gusto que tienen Nau y su banda por vestir con interrogantes una canción en apariencia facilona y discreta.   

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21. JESSICA PRATT «Quiet signs»

Folk en las nubes: apenas el rasgueo de las cuerdas de una guitarra, una flauta que cubre los huecos que deja el aire o un piano que puntualiza las gotas de lluvia. Jessica Pratt se acerca desde su pastoral sanfranciscana a la belleza de la bossa y a la canción estudiantil de finales de los 60. «Quiet signs» es un disco tan inabarcable que suena a fragancia y huele a sosiego. No cabe aquí, porque es imposible de explicar con palabras, lo que ha hecho el espíritu de la voz de Jessica Pratt con su voz original. Es terrorífico. Es magnífico.   

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Un comentario Agrega el tuyo

  1. juan@enanaroja.es dice:

    Dabuten, perrilla, lo voy escuchando con calma! Muchas gracias!!!

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